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Podría decirse que Íñigo Onieva está atravesando uno de los mejores momentos de su vida después de la tormenta. Pese a que el 2022 se complicaba para el empresario al ver su imagen deteriorada a consecuencia de una infidelidad a Tamara Falcó, finalmente éste ha sabido resurgir de unas aparentes cenizas a la perfección, razón por la que está inmerso en los preparativos de su boda con la marquesa de Griñón mientras que sus negocios no dejan de crecer.
Iñigo Onieva en el aeropuerto. / Gtres
Hace poco más de un año, el hijo de Carolina Molas se incorporaba al equipo de Tatel en virtud de director de operaciones del grupo Mabel Hospitality, razón por la que hasta ahora sus funciones se han basado en consolidar todos y cada uno de los locales de la marca como principales sitios de ocio en cada lugar en los que están presentes, habiendo conseguido ampliar fronteras en distintas ciudades de todos los rincones del planeta, consolidándose el propio Íñigo como un empresario destacado a nivel mundial.
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Sin embargo, uno de los familiares más cercanos a su futura esposa podría no estar gozando de la misma suerte que él dentro del ámbito de la hostelería. Este es el caso de Fernando Verdasco, que antes de ser conocido por su profesión como tenista y su posterior matrimonio con Ana Boyer, se caracterizaba por ser hijo de José Manuel Verdasco del Hoyo que, junto a sus hermanos, fundó emblemáticos restaurantes en la capital como el Café de Chinitas y La Bola, entre otros. Una serie de negocios que tienen la tradición entre sus principales factores, ofreciendo platos a sus clientes como el cocido madrileño. Pero lo cierto es que el paso de los años ha hecho que esta oferta no solo esté presente en estos locales sino en muchos otros, razón por la que la competencia ha hecho que la familia Verdasco se vea obligada a cerrar los que un día fueron sus buques insignia, como por ejemplo La Cañada, ubicado en Boadilla del Monte, que ha tenido que cerrar sus puertas a consecuencia de la poca afluencia de gente que lo frecuentaba.
Íñigo Onieva, Isabel Preysler, Tamara Falcó, Ana Boyer y Fernando Verdasco. / Gtres
De esta manera, todo apunta a que la familia política de Ana Boyer está a punto de cerrar un ciclo que ha resultado ser clave en su historia vital y por el que consiguieron hacerse un hueco dentro de un sector de lo más competitivo. Sin embargo, poco o nada queda ya de esa notable fama y así lo ha reflejado Informalia, motivo por el que son muchas las máquinas que ya se están encargando de demoler el restaurante mencionado previamente y en el que Sara Verdasco y Juan Carmona se dieron el «sí, quiero», probablemente sin llegar a imaginar que el escenario escogido tendría el peor de los finales después de haber estado sirviendo al público durante más de cinco décadas y dando su última comida el pasado 15 de enero, cuando se vendió el terreno a una empresa privada.